¿HINCHA? ¡LAS PELOTAS!

No es solo decir lo que nadie quiere escuchar. Es decirlo en un tono que provoque preguntas razonables y sinceras inquietudes. Y quizá cambios, quizá. Soñar es gratis.

Esta convicción me llevó a escribir lo siguiente.

 ¿HINCHA? ¡LAS PELOTAS!

Mi novio viaja mucho. Y cada vez que va a Medellín me trae una camiseta o algún recuerdo de la tienda del Atlético Nacional en el Atanasio Girardot.

¿Ustedes creen que he podido lucir en la calle alguna de estas prendas y accesorios, excepto por la ida rápida y mañanera a comprar la leche? No. Por supuesto que no. ¿Saben por qué? Por culpa de los hinchas. Perdón, de los que se hacen llamar como tal. De esos que esconden su ira, su frustración, su mentalidad perdedora y la desfogan detrás de una camiseta. De esos que no dudan en agredir física y verbalmente a quienes son de otro equipo, o siendo del mismo, no están de acuerdo con su absurdo y ciego proceder. A quienes yo llamo, como lo hacía el gran Jorge Barraza: hinchapelotas.

El fútbol es un deporte maravilloso. Ha inspirado tanto a los artistas e intelectuales que no terminaría hoy en dar ejemplos de esas expresiones en torno a esa afición que nos hace gozar, bailar, sufrir, gritar, incluso, inspirarnos a hacer parte de un algo indefinible y del que quizá no obtenemos más que unos latidos extra en medio de la cuenta de nuestros aburridos días. El fútbol no puede convertirse en la excusa para que unos desadaptados nos roben la poca tranquilidad que nos dejan la delincuencia, los corruptos y las mentiras que nos meten todos los días en este país. Por cuenta de esos grupos de vándalos que fueron alentados por algunos equipos, por sus directivos y por ciertos locutores, han pasado muchas cosas.

El daño ya está hecho. Ese monstruo se dejó crecer, y ha sido tan imparable, que ni policía ni representantes religiosos han podido ni siquiera hacerlo replegar. Ese esperpento que ha hecho que muchas familias ya se hayan hundido en el dolor, la rabia y la impotencia. Ese mal llamado fenómeno que ha debilitado la infraestructura de las ciudades principales del país generando sobrecostos en el mantenimiento de las mismas. Esos grupos que han llevado muchas vidas jóvenes al cesto de la basura conduciéndolos a los laberintos de la droga y del delito. No exagero. Dos veces he sido asaltada por jóvenes que tenían puesta la camiseta de alguno de los equipos capitalinos y otra, al lado de un bus pintado enteramente con el logo de uno de ellos.

Pero solo he hablado, claro, de los terribles efectos colaterales de la existencia de dichos grupos. Los grandes perjudicados de esto son los verdaderos hinchas: esos que jamás pensarían en atacar físicamente o verbalmente a otro porque no le gusta el mismo equipo; esos aficionados que iban con su familia al estadio a disfrutar con buena actitud de un espectáculo antes de que delincuentes con camiseta se lo apropiaran, e hicieran necesaria la presencia de la fuerza pública en un espacio donde solo podría experimentarse sano esparcimiento.

Mientras existan barras bravas, no hay triunfo digno de celebrar en el fútbol colombiano. Y ningún equipo que las haya alentado merece alguno. Ninguno, ni siquiera el del objeto de mis amores.

Ya sé que lluevo sobre mojado. Lo sé. Pero es bueno reflexionar de nuevo sobre esto, ya que existe la probabilidad (como hace mucho tiempo no la había) de que un equipo colombiano alcance en 2011 su estrella número 14. En un país que no sabe celebrar porque está habituado al tedio de la mediocridad.

Creo sinceramente que si a uno le gusta el fútbol, al menos, es deber tomar una posición crítica en torno a lo que está pasando hace mucho rato.  Eso es preferible a tomar la actitud de siempre, bien para aguantar, bien para saltarse la norma: callar.

 

 

8 respuestas to “¿HINCHA? ¡LAS PELOTAS!”

  1. it-tech.if.ua

    ¿HINCHA? ¡LAS PELOTAS! | DE COMILLAS Y CURSIVAS

  2. Fútbol, a veces me aburro de el, pero vuelvo como un perro a verle

  3. Barbarita, Barraza no se ha muerto.

    Yo le tengo la solución. Posiblemente, pronto haya que demoler algún estadio viejo en un pueblo olvidado del país. Pues bien, cuando sea tiempo, que inviten a ese estadio a todos los ‘barrabravas’ del país, cierren las puertas con llave y esperen.

    Se ahorra una platica en demolición y un dineral en policía.

  4. N. A. V. Says:

    Muy interesante tu opinión y estoy de acuerdo 100 % No más criminales con camiseta, y no más ciudades como Bogotá, que con mucho esfuerzo construimos durante varias generaciones para que se la haya entregado en gran parte al control de los criminales. Como lo dije ya en otros espacios: ¡Queremos nuestra ciudad de vuelta!

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